Odio el
Rosa

Todos somos Lynda

Realmente no soy Lynda. Lynda está prisionera y le han arrebatado la posibilidad de escribir en su propio blog. Así que no soy Lynda, pero en cierto modo lo soy; porque no quiero que lo que empezó con las denuncias de este blog muera, porque necesito creer que este blog ha sido solo el principio. No soy Lynda, pero quiero lo mismo que quería ella, igual que miles y miles de personas en todo el mundo: quiero que se acabe la impunidad de las grandes corporaciones como Sweet Pink. Quiero que alguien los siente en el banquillo por sus prácticas empresariales fraudulentas, por la explotación de trabajadores en sus plantas de fabricación del tercer mundo, y por la forma de utilizar a personas como Sara/Lynda, como si fueran mercancías y no seres humanos.

Esto es solo el comienzo de una campaña para devolverle la libertad a Sara Lear, que fue la creadora de este blog y del personaje de Lynda; y para hacer pagar a Sweet Pink por todas sus atrocidades. He plantado la semilla: pero que crezca y fructifique depende de todos los que estáis ahí, al otro lado, en algún lugar de la red libre, leyendo. Pensad. Uníos. Actuad. Entre todos podemos cambiar las cosas.


Educación para niñas… Ahí empieza la manipulación

Como todos sabéis, Sweet Pink es una de las compañías que más fondos destina a “proyectos sin ánimo de lucro relacionados con la educación”. Qué bien suena, ¿verdad? Miles de millones de dólares van a parar cada año a la red de colegios subvencionados que tiene por todo el mundo. “Educación de calidad para niñas”. Eso es lo que ofrecen. ¿Por qué lo hacen?

Después de las revelaciones de estos últimos días, supongo que ya os estaréis imaginando la respuesta. Efectivamente, tienen motivos bastante siniestros. No se trata solo de captar a las chicas más guapas o más listas para su marca, como yo creía hasta hace poco. Se trata de un auténtico programa de lavado de cerebro que tiene como objetivo convertir el consumo en la máxima aspiración de las estudiantes. En los colegios subvencionados por Sweet Pink, se enseña a “necesitar cosas”. No estoy hablando de necesitarlas psicológicamente, sino de necesitarlas físicamente… CREAN ADICCIONES.

Por supuesto, no quieren adictas a sus productos estrella, los que venden a precio de oro a sus clientas de nivel tres o cuatro. Tienen colegios para eso, pero son pocos, y la matrícula cuesta mucho dinero. Para las niñas que no tienen tanto poder adquisitivo, lanzan productos bajo su marca low cost, Cindirella. Bisutería barata, perfumes, camisetas… Baratijas inútiles por las que esas niñas, cuando se convierten en mujeres, son capaces de trabajar doce o catorce horas al día. Y eso no se consigue solo con publicidad, creedme. Se consigue con años de neuroprogramación química y nanotecnológica. Así es fácil seguir triunfando una generación tras otra… Creedme, harían falta miles de clínicas de desintoxicación en todo el mundo para acabar con el éxito de la marca.


Infecciones para “fidelizar al cliente”

La nanotecnología tiene unas posibilidades increíbles. Gracias a ella, puede conseguirse provocarle a alguien una sensación o un pensamiento muy concreto. Crear conexiones neuronales a medida… seguro que os lo han explicado en el instituto.

Pero lo que seguramente no sabéis (yo tampoco lo sabía hace una semana) es que algunas marcas, como Sweet Pink, pueden infectar nuestro cerebro con “biotroyanos” que alteran nuestro comportamiento, fidelizándonos a la marca. Lo más increíble es que la infección se coge por el aire, como si fuera un catarro común. Y no es casualidad: el vector de transmisión de los biotroyanos es el virus del resfriado.

Así que estáis avisados: la próxima vez que empecéis a moquear y a estornudar, pensad que eso no es lo peor que os está pasando. Lo peor es que alguien está intentando manipular vuestro cerebro. Aunque el porcentaje de infecciones exitosas no llega al sesenta por ciento, según los datos que he podido leer.


Esto está pasando: explotación infantil en Corea del Norte… para Sweet Pink

coreana

Hasta ahora he evitado dar nombres y datos demasiado concretos. He hablado en general. Pero esto tengo que contarlo con detalles, para que conveceros de que realmente está pasando. Porque está pasando… he visto las pruebas.

La línea low cost de Sweet Pink saca una colección de moda barata cada primavera. No hace falta pasar ningún examen para comprar esos productos, ni pasar ningún examen. Y no les falta el logotipo SP… hay gente que se pasa todo el año ahorrando para comprar alguna prenda de esas.

No cuestan miles de dólares, como las prendas de la colección oficial. Se puede comprar una camiseta o unas sandalias por menos de cien dólares.

Yo solía tener siempre algo de esa colección en mi armario cuando era pequeña. Cosa de mi madre… y me llamaba mucho la atención la etiqueta: Made in North Corea.

Ahora sé dónde hacen esa ropa: fábricas con grandes claraboyas, con hileras de bancos en los que cosen niños de entre siete y nueve años. Jornadas de doce horas al día. Sueldos miserables. Eso sí, les dan un cuenco de arroz para desayunar, otro para comer y otro para cenar. Al menos no se mueren de hambre.

Van a trabajar aunque estén enfermos. He visto sus caras. Si uno de ellos baja el rendimiento, el supervisor le da una cápsula de nanotransmisores que le infunde un ataque de pánico. El niño solo quiere librarse del malestar… y vuelve al trabajo. Es la única forma de que le administren el antídoto.

¿Suena aberrante? Pues es real. No podía dejar de llorar después de ver esas fotos. No podía…

Tenemos que hacer algo. No sé qué, pero tenemos que hacer algo.


Terapias para cambiar tu mente.

cerebro

Sí, existen. Seguramente habéis oído hablar de ellas. Las ofrecen en los centros de neurología más avanzados. Una mezcla de nanotecnología y computación cuántica para cambiar tu mente. ¿Para que seas más feliz? ¿Para curarte de tus miedos y angustias? Quizá te digan eso, pero si quieres saber qué es lo que de verdad le van a hacer a tu cerebro, entérate de quién es tu patrocinador.

Esas terapias son muy caras, y las grandes marcas de ofrecen generosamente a financiar casi todo el coste a ciertos “pacientes”. ¿No os habéis preguntado por qué? Pregúntate qué sacan ellas a cambio. Sí, es justo lo que estás imaginando: un cliente ávido de novedades, adicto a tu marca y dispuesto a lo que sea para conseguir el último producto que has sacado.

No digo que lo hagan siempre: sería demasiado caro y no resultaría rentable. Pero cuando están interesados en manipular a alguien con potencial para influir en otros clientes potenciales, no dudan en pagarle una terapia de transformación. ¿Conocéis algún caso? ¿Alguna relación con una determinada marca? Si es así, podéis contarlo en un comentario.


Esto es más serio

stock-vector-vector-illustration-of-isolated-black-and-white-store-icon-37590505El  principal problema de las grandes marcas no es que nos manipulen a todos para aumentar sus beneficios cada año. No es que engañen a la gente con sus ridículos productos, creando necesidades absurdas. El principal problema es que están dispuestas a todo, sea lo que sea, para aumentar esas cuentas de beneficios. Y si eso supone matar gente… Bueno, a veces lo hacen.

¿Os acordáis del brote de neumonía canadiense del otoño pasado? Sweet Pink sacó un perfume que contenía una vacuna por inhalación, y lo catalogó en el nivel 0 de exigencia, es decir que se lo vendía a todo el mundo que tuviese dinero para comprarlo, sin hacerles pasar ningún tipo de selección. ¿Os imagináis la cantidad de dinero que ganaron con ese perfume?

¿Y si yo os dijera que la neumonía canadiense está provocada por un virus recombinante salido de un laboratorio farmacológico?

Sí, lo sé: suena a leyenda urbana, a teorías frikis sobre conspiraciones, y sin embargo… Yo creo que es cierto. No tengo pruebas, pero he oído insinuaciones… de gente muy bien informada.

Ojalá no sea cierto. Me da escalofríos pensar en manos de quién estamos.


El último anuncio estrella de Sweet Pink

Plano-secuencia en blanco y negro. Una chica camina desnuda por la calle en medio de una multitud. Sentimos que estamos viendo a través de sus ojos. Avanzamos con seguridad, la melena al viento. El plano cambia, ahora nos transporta a la mirada de la anciana, que ve a la chica vestida a la moda de principios de siglo. Nuevo cambio: un chico de unos veinte años. Él ve a la protagonista vestida con una armadura muy sexy, como la heroína de un videojuego. Y así nos vamos asomando a las miradas de cuatro o cinco personajes más. Cada uno ve a la chica vestida de una manera.

¿Cuál es el mensaje? ¿Que Sweet Pink te puede convertir en lo que quieras ser? ¿O que no importa nada lo que tú quieras o seas realmente, sino cómo te ven los demás?

Supongo que es esto último. Sweet Pink nos vende una mujer camaleónica, sin color propio, sin vida propia. Una mujer cuyo único mérito es adaptar su apariencia al entorno. Como el camaleón y muchos otros animales. ¿Para pasar desapercibida y que no se la coman los depredadores? ¿O para que sus presas no detecten su presencia a tiempo y no puedan escapar?


Dulces sueños… y amargas pesadillas.

Sweet Dreams. Suena a nombre de crema hidratante o algo así, ¿verdad? Pues en realidad es el nombre de un colegio; de uno de los colegios más exclusivos que existen en el mundo.

A lo mejor creéis que en esos colegios enseñan Matemáticas, Lengua, Ciencias e Historia mejor que en los vuestros. Pues os equivocáis. Esas materias tan vulgares no se estudian en Sweet Dreams. Al menos, no de la forma habitual.

Allí enseñan principios de computación cuántica para el control de las emociones. Enseñan cómo protegerse de virus recombinantes y cómo crear desde tu casa una red de contactos que cante tus alabanzas en las apps más populares del momento. Es una escuela para triunfadores. Los triunfadores no necesitan saber Matemáticas, ni Historia, ni Física y Química. Necesitan saber una sola cosa: como manipular a los demás.

Lo que me sorprende es que crean que esa clase de educación los va a hacer felices. Porque lo creen, todos ellos, o casi todos, están convencidos de que son unos privilegiados por ir a ese colegio. Supongo que por eso le han puesto ese nombre: Sweet Dreams. Un sueño hecho realidad… Pero ¿qué les pasará cuando descubran que ese sueño es en realidad una pesadilla en la que se encuentran atrapados? Quizá entonces deseen escapar… Y lo peor es que no lo conseguirán.


Pantalones línea 1

PANTALONES

Una conocida marca de ropa femenina ha hecho esta semana un anuncio impactante: ¡sus célebres pantalones Línea 1 estarán disponibles a partir de ahora para usuarias de nivel 2!

Traduzco, para los que no sepáis de qué estoy hablando: resulta que hasta ahora los Línea 1 se consideraban uno de los modelos más exclusivos de la compañía. Solo los podían comprar las clientas de nivel 4, es decir, gente que ha pasado un montón de pruebas, entrevistas y selecciones de todo tipo para ponerse esa ropa.

Y ahora, en un arranque de generosidad sin precedentes, la marca baja los línea 1 al nivel 2. ¿Qué estarán pensando todas las clientas de nivel 4 que han luchado a brazo partido para poseer uno de esos pantalones?

Os diré lo que pienso yo: los línea 1 sencillamente dan asco. ¿Hacer exámenes y pagar una millonada para ponértelos? En mi caso, solo me los pondría si me obligaran. No bastaría que me pagasen para meterme en esa ridícula envoltura de denim rosa. Tendrían que ponérmelos a la fuerza.

Espero que esto no sirva para darle ideas a nadie… pero no creo. ¡Los fanáticos de los línea 1 no leen mi blog!


Odio el Rosa

Lo sé, no es más que un color para la mayoría de la gente. Pero para mí, el rosa es el símbolo de todas las cosas sobre las que nunca he podido decidir.

¿Cuántos vestidos rosas habré tenido a lo largo de mi vida? No sería capaz de contarlos. Mi familia veía en ellos una oportunidad, una forma de mejorar mi destino. Yo solo veía… una prisión. Una cárcel de tela donde me tenían atrapada.

El rosa es el color de las chicas. No sé quién decidió esa estupidez, pero hay miles de millones de chicas en el mundo que se lo creen. Cuando ven un libro rosa, piensan: “esto es para mí.” Y se imaginan… No sé, princesas, unicornios y helados de fresa, supongo.

Yo sueño a veces con un muro rosa. Sueño que lo golpeo. A veces lo golpeo con los puños, a veces con una especie de martillo, o con un libro antiguo. Pero por más que lo golpee, el muro sigue ahí. La pintura se descascarilla un poco… Pero debajo del rosa solo hay otro rosa más pálido.

Sin embargo, no dejo de intentarlo.

Este es mi martillo virtual contra las paredes rosas que mantienen prisioneras a tantas chicas de todo el mundo. Quiero que sea un espacio para burlarse de ese muro rosa, para reírse a su costa, para revelar toda a basura que se esconde tras él.

No escribo este blog únicamente para los que odian el rosa. Es un blog para los que odian los muros que nos impiden ser quienes queremos ser… Sea cual sea su color.